OSOS

Era el mejor del barrio, y eso lo sabían todos. Pero eso no le ayudaba en nada, es más, le daba más miedo aún. Estaba escondido hace más de cuarenta minutos y José todavía seguía buscándolo. Noé se lo imaginaba: con sus nalgas gordas, agachado, recorriendo todos los rincones del jardín. Si había algo que deseaba, metido dentro de la pileta, era que ese oso no lo descubriera. Era el mejor a la escondida y lo seguiría siendo. Sin importar cuantos minutos debía aguantar debajo del agua. Lo único que necesitaba era, cada 3 minutos, poder salir sólo un segundo a la superficie, aspirar, y volver rápidamente a la humedad que lo ocultaba.

Por Hill Evans